¿Qué es el “laísmo” y cómo evitarlo?


Definición de “laísmo”, “leísmo”, “loísmo”

El laísmo, leísmo y loísmo son fenómenos lingüísticos que se dan con mayor asiduidad en ciertas regiones de España. Sin embargo, no todos estamos libres de culpa y quien más y quien menos ha usado en ocasiones el pronombre “la” en lugar de “le” o el pronombre “le” en lugar de “lo”.

Este uso incorrecto de los pronombres “la”, “le” o “lo” define respectivamente al laísmo, al leísmo y al loísmo.

Antes de adentrarnos en el tema que nos ocupa hoy, qué es laísmo y cómo podemos evitarlo, queremos adelantarte brevemente que son el loísmo y el leísmo.

La definición de leísmo es el uso impropio de los pronombres “le(s)” en función de complemento directo, en lugar de “lo” (para el masculino singular o neutro), “los” (para el masculino plural) y “la(s)” (para el femenino).

El leísmo no se considera apropiado cuando se refiere a animales y cosas, ni para nombres femeninos, ya sean de personas, animales o cosas.

Por su parte, el loísmo consiste en emplear los pronombres personales “lo” o “los” como objeto indirecto, en vez de “le” o “les”. El loísmo, al igual que el leísmo y el laísmo, del que más tarde analizaremos sus causas, es un fenómeno lingüístico que se considera incorrecto.

Antes de analizar los motivos por los que se produce el laísmo y analizar ejemplos de laísmo, te explicamos su definición:

  • Según la RAE, la Real Academia Española, el laísmo es “el uso impropio de “la(s)” en función de complemento indirecto femenino, en lugar de “le(s)”, que es la forma a la que corresponde etimológicamente ejercer esa función”.
“Laísmo”: cuándo no es correcto el uso de los pronombres “la” o “las”.

Origen del “laísmo”: cómo se dio este uso inadecuado de “la” o “las”

Siempre resulta interesante analizar por qué hoy en día, en pleno siglo XXI, cometemos errores lingüísticos asociados a épocas tan lejanas, como decir “la dijo” en lugar de le dijo. La lengua está en constante evolución y cambio. Sin embargo, muchos de los vulgarismos y errores lingüísticos que cometemos hoy en día están estrechamente relacionados con cambios o fenómenos muy anteriores al habla que utilizamos en la actualidad.

Este es el caso del leísmo y del laísmo. Tal y como apunta la propia RAE, el origen del laísmo está relacionado “con el uso antietimológico de los pronombres átonos de tercera persona”.

Este uso inadecuado de los pronombres “la” o “las”, al igual que ocurre con el leísmo y el loísmo, empezó a producirse en la antigua Castilla, en España, durante la Edad Media.

A pesar de avanzar en esta región, no llegó a la variedad del castellano andaluz y, por tanto, no se popularizó ni pasó a formar parte del español de la zona atlántica, es decir, al español tanto de Canarias como de Hispanoamérica.

¿Entonces dónde se da hoy en día el laísmo? ¿Pertenece el laísmo solo a Madrid? ¿Es correcto el laísmo de Madrid y de Castilla?

El laísmo se da en la zona central y noroccidental de Castilla, en España. Por tanto, no es un fenómeno lingüístico únicamente propio de Madrid, sino que el laísmo es bastante popular en todas las provincias que rodean a esta comunidad autónoma.

Aunque sea frecuente en ciertas regiones de España, el laísmo no es correcto ni está aceptado por la RAE y debería evitarse tanto de manera oral como escrita.


¿Qué es el “laísmo”? Ejemplos

¡Pero vayamos al grano! Ya hemos visto brevemente que el laísmo es el uso inadecuado de los pronombres “la” o “las” como complemento indirecto femenino, en lugar de “le” o “les”, que son los pronombres que le corresponden etimológicamente.

Veamos primero algunos ejemplos de laísmo y cómo podemos corregirlo en estas oraciones:

Ejemplos de laísmo incorrecto:

  • La dije que no me llamara más.
  • Estaba tan enfadada que la pegué.
  • Las pregunté si venían a comer.
  • La comenté que no volviera a llegar tarde.

Ejemplos de laísmo correcto:

  • Le dije que no me llamara más.
  • Estaba tan enfadada que le pegué.
  • Les pregunté si venían a comer.
  • Le comenté que no volviera a llegar tarde.

El motivo por el que se produce el laísmo y la razón que nos impulsa a usar los pronombres “la” o “las” en lugar de “le” o “les” es que el hablante siente que debe marcar y aclarar de alguna manera el género del referente en cuestión. Es decir, el hablante siente la necesidad de aclarar que habla de un referente de género femenino, ya sea en singular o en plural. Por ejemplo:

A Lucía la gusta leer libros de ciencia ficción.

En este caso, a pesar de referirnos a Lucía, de género femenino, estamos utilizando un complemento indirecto y, por tanto, la opción correcta para evitar el laísmo es:

A Lucía le gusta leer libros de ciencia ficción.

Veamos más ejemplos de laísmo para saber cómo diferenciarlo:

La advertí (a Lucía) que no me llamara más.
Le advertí (a Lucía) que no me llamara más.
Las dije que vinieran a cenar (a mis amigas).
Les dije que vinieran a cenar (a mis amigas).
No la prestaba atención (a ella).
→ No le prestaba atención (a ella).
Dila que, por favor, me llame en cuanto llegue (a tu hija).
Dile que, por favor, me llame en cuanto llegue (a tu hija).
Ejemplos de “laísmo” en España: cómo evitarlo.

Cómo evitar el laísmo mediante el análisis del complemento directo e indirecto

Ahora que ya conocemos cuál es el significado de laísmo y cómo diferenciar el laísmo del leísmo o el loísmo al leer o escuchar una oración con “la” o “las”, nos gustaría darte las claves necesarias para identificarlo y evitar cometer laísmo.

Como acabamos de introducir, la clave está en la función sintáctica del pronombre y, para poder analizar qué función cumple, debemos comprender primero qué es un complemento directo y qué es un complemento indirecto.

1) El complemento directo es la persona, cosa u animal sobre la que recae la función del verbo. El complemento directo acompaña a los verbos transitivos y completa su significado dentro de una oración.

Existen varias partículas que pueden cumplir la función de complemento directo. Por un lado, el sintagma nominal de una oración puede cumplir dicha función. Por ejemplo:

He comprado cuatro libros.

Por otro lado, el sintagma preposicional precedido por la preposición “a” también cumple esta función:

Acompaño a Luis.

Una oración completa podría también cumplir esta función:

Ansío ir a la universidad.

Por último, un pronombre personal átono también puede emplearse como complemento directo:

¿Lo entiendes?

El complemento directo siempre se puede sustituir por un pronombre personal átono (“me”, “te”, “se”, “lo”, “los”, “la”, “las” “nos” y “os”) y es entonces cuando se producen fenómenos lingüísticos como el leísmo, laísmo o el loísmo.

Para identificar este elemento dentro de una oración, lo más fácil es preguntarle al verbo “¿qué?”, o “a quién?”. La respuesta determinará cuál es nuestro complemento directo.

2) En el caso del complemento indirecto, su función es indicar quién recibe de forma secundaria la acción que expresa el verbo de la oración.

Identificar el complemento indirecto resulta sencillo en la mayoría de los casos, ya que suele aparecer tras la preposición "a". Sin embargo, resulta más complicado cuando aparece en forma de pronombre personal átono (“me”, “te”, “se”, “le”, “les” “nos”, “os”).

Por ejemplo:

Luis compró un ramo de rosas a María.
Luis le compró un ramo de rosas.

Después de analizar qué es un complemento directo y qué es un complemento indirecto, nos resultará más fácil saber qué es el laísmo.

Es buen momento para volver a la definición de laísmo que ya hemos comentado:

  • El laísmo es “el uso impropio de la(s) en función de complemento indirecto femenino, en lugar de le(s), que es la forma a la que corresponde etimológicamente ejercer esa función”.

Por tanto, para identificar y evitar el laísmo, deberemos primero comprender si el pronombre de nuestra oración es complemento directo o indirecto y asegurarnos de nunca usar, en el caso de que, efectivamente, sea un complemento indirecto, los pronombres “la” o “las” aunque nos refiramos al género femenino.

Recuerda analizar la función gramatical del pronombre en la oración para detectar y evitar el “laísmo”.

Otro truco que nos puede venir bien para identificar el uso incorrecto de los pronombres “la” o “las” en una oración es identificar a qué tipo de verbo acompaña.

Si se trata de un verbo intransitivo como dormir, faltar o enfermar, estos verbos nunca admitirán un complemento directo y, por tanto, estos verbos no deben ir acompañados de los pronombres “la”, “las”, “lo” o “los” y, en su lugar, los acompañarán los pronombres “le” o “les”.

¿Es, entonces, un laísmo incorrecto decir “la fotografié”? No, ya que en el caso del verbo fotografiar, al igual que ocurre con otros verbos como acariciar o afeitarse, el uso de los pronombres “la”, “las”, “lo” o “los” es correcto al referirnos a una persona. Sin embargo, si nos referimos no a la persona en sí, sino a una parte de su cuerpo o a algo poseído por esa persona que funcione como complemento directo, entonces sí que es incorrecto utilizar “la” o “las” y deberíamos emplear los pronombres “le” o “les”.

Por ejemplo:

La fotografié por la calle.
Le fotografié la espalda por la calle.
Resumamos:

  • El laísmo consiste en utilizar los pronombres “la” o “las” en lugar de “le” o “les”.
  • El laísmo es el uso del pronombre personal átono femenino de tercera persona, tanto en singular (“la”) como en plural (“las”) como complemento indirecto dentro de una oración.

Un ejemplo de laísmo incorrecto es:

  • Vi a Lucía paseando. La di la mano en cuanto me crucé con ella.
  • Vi a Lucía paseando. Le di la mano en cuanto me crucé con ella.